Igual lo tuyo no era falta de conciliación. Era exceso de quedar bien
- Lean In Barcelona

- hace 5 días
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Actualizado: hace 5 días

A mí me pasó.
A una vida llena le añadí un hijo y pensé: “pa’lante”. Que todo seguiría igual si me organizaba mejor, dormía menos y sonreía más. Pero, sorry, no.
Volví al trabajo decidida a que nadie notara nada. Ni la falta de sueño, ni el pecho en modo bomba de relojería, ni la culpa de irme “pronto”. Quería demostrar que seguía siendo la de antes. Que la maternidad no me había ablandado. Que seguía siendo “una de los nuestros”.
Y claro, me salió redondo: nadie notó nada.
Solo yo, que me estaba dejando la cabeza intentando sostenerlo todo.
Lo mejor y lo peor fue que no podía culpar a nadie. Ni jefes machistas, ni pareja desentendida, ni precariedad. Tenía una situación laboral, familiar y económica envidiable. Así que tuve que mirar de frente la verdad incómoda: no era el sistema frenándome, era yo repitiendo el sistema desde dentro.
Ahí hice clic. La solución estaba en mi mano. Y actué.
Hoy acompaño a otras madres profesionales exigentes a rediseñar su vida con estrategia, no con sacrificio. Porque sí, se puede disfrutar sin renunciar a lo importante… pero no se puede seguir igual.
Durante mucho tiempo me tomé la “conciliación” como un deporte olímpico: haces malabares, sonríes, llegas a todo… y te aplauden por seguir viva.
Pero conciliar no es magia ni buena voluntad: es autoliderazgo, valentía y estrategia.
Y si te soy sincera, ni siquiera me gusta la palabra “conciliación”. Prefiero hablar de integrar: de vivir con naturalidad todos los roles que forman parte de ti en una etapa tan transformadora como la de criar mientras sigues creciendo profesionalmente.
Corresponsabilidad tampoco va de que te ayuden.
Va de compartir de verdad: la carga mental, el tiempo y el derecho a descansar sin pedir disculpas.
Va de confiar, dialogar, flexibilizar, pedir, poner límites y encontrar acuerdos.
Va de diseñar con conciencia esta nueva etapa de tu vida y tomar decisiones. Incómodas, sí. Pero sin ellas no hay evolución.
Y también va de soltar control.
Sí, ese Excel que solo tú sabes usar.
Sí, esa frase de “mejor lo hago yo, que si no, no se hace”.
Sí, ese estándar de perfección que ni la mismísima Marie Kondo aprobaría.
Pero ojo, esto no se arregla solas.
No es cosa de mujeres heroicas, ni de hombres “que ayudan mucho”, ni de empresas con yoga a las seis.
Esto se resuelve en equipo: mujeres, hombres, empresas… y el Estado, bueno, cuando llegue. Ninguno puede hacerlo solo.
Así que no hablemos de víctimas ni victimarios (salvo cuando realmente los hay, que los hay, por desgracia). Hablemos de acción, de conciencia, de responsabilidad compartida.
Porque somos la gran palanca de cambio para un sistema archiobsoleto, pero perfectamente normalizado. Por todos. Y también por nosotras.
Hoy ya no quiero ser superwoman.
Prefiero ser una mujer consciente, con carrera, hijos, pareja, vida… y tiempo para un café sin culpa.
Porque la vida no va de poder con todo, sino de disfrutar lo que eliges sostener.
¿Y tú? ¿Cuándo hiciste clic?
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Porque si cambiamos la forma en que vivimos, cambiamos el sistema.
Mara Zelwianski
Líder del Círculo Corresponsabilidad y carrera con intención




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