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Sant Jordi y la brecha de género en la literatura: una realidad que persiste


Este pasado martes 23 de abril se celebraba mi día favorito del año: Sant Jordi. Ese día tan especial para Catalunya donde se celebra la cultura, la tradición y el amor, sí, el amor, aunque suene cursi. Es un día que gusta a todo el mundo, tanto si lees como si no. Pero a las que nos gusta leer, esperamos ese día con ilusión porque hemos estado aguantándonos las ganas de comprar algunos libros, esperando comprarlos ese día. Como si tuvieran un olor especial, como si fueran diferentes. En mi caso, compré tres libros escritos por mujeres y uno sobre una mujer: 


  • A casa teníem un himne, de Maria Climent

  • Estimada Gris, de Silvia Soler

  • Ensayo General de Milena Busquets, dedicado y todo, gracias! 

  • No serà fàcil, la historia de Joana Biarnés, una mujer fotógrafa en un mundo de hombres, escrita por Jordi Rovira. 

No busqué libros expresamente escritos por mujeres. Me di cuenta luego que, a excepción de Jordi Rovira, todos los demás habían sido escritos por mujeres, y pensé que era una buena señal. Por fin habíamos llegado a una normalidad en el tema igualdad de género literaria.

Así que este año busqué con ilusión los esperados rankings de ventas de Sant Jordi para ver si la experiencia que yo había vivido era real.


Según el ranking publicado por La Vanguardia, de los cinco libros de ficción en castellano más vendidos este año ninguno es de una mujer. En catalán, de los cinco más vendidos, sólo uno es de una mujer: Eva Baltasar y su Ocàs i Fascinació… sólo destacamos en los libros infantiles. 


Algunos diréis que estas cifras sólo son un indicador de las preferencias del público… así que me he dedicado a buscar algunos datos más… porque me temo que estas cifras son, todavía, un reflejo de desigualdades profundas en la industria editorial.


Según la última edición del estudio Hábitos de lectura y compra de libros en España, editado por el Ministerio de Cultura, en nuestro país el porcentaje de mujeres lectoras de libros es significativamente superior al de los hombres: un 69,6 % de mujeres, frente a un 59 % de hombres. 


Sin embargo, a pesar de que ellas leen más, ellos son los principales productores de literatura: cuarenta y cuatro de cada cien libros lo firman hombres de manera individual, mientras las obras firmadas por ellas son veintisiete de cada cien. Son cifras del total de 92.616 libros registrados en el ISBN en el año 2022, según la Estadística de la Edición Española de Libros con ISBN, presentada también por el Ministerio de Cultura. 


¿Por qué ocurre esto? La respuesta es multifacética y se basa en una combinación de factores históricos, sociales y culturales. 


Os recomiendo la lectura de este artículo publicado por la UOC en 2021: Las mujeres en la literatura, lejos de la igualdad de género de Andrea Romanos, donde hacen un buen repaso a la historia del papel de las mujeres en la literatura, dominada por hombres, y analiza por qué las obras escritas por mujeres han sido sistemáticamente marginadas o ignoradas o simplemente se las ha colocado en una posición de subordinación respecto de las obras masculinas. 


Me temo además que la desigualdad en la publicación y el reconocimiento de autoras también se refleja en el desequilibrio de género en los premios literarios y en las críticas especializadas. Las obras escritas por mujeres tienden a ser menos revisadas y promocionadas, lo que perpetúa un ciclo de invisibilidad y desventaja.


Dándole vueltas al tema, propongo algunas ideas sobre cómo podemos abordar esta brecha de género en la literatura. Ya me diréis si estáis de acuerdo.


En primer lugar, es fundamental que las editoriales y los agentes literarios se comprometan a promover la diversidad y la equidad de género en sus catálogos. Esto implica no solo publicar más obras escritas por mujeres, sino también garantizar que estas obras reciban la misma atención y promoción que las de sus contrapartes masculinas.


Además, es esencial fomentar una mayor representación de mujeres en los jurados de premios literarios y en los paneles de críticos literarios. Esto ayudaría a garantizar una evaluación justa y equitativa de las obras, independientemente del género de su autor.


Por último, pero no menos importante, la educación juega un papel crucial en el cambio de actitudes y percepciones hacia las mujeres en la literatura. Por favor, promovamos una mayor visibilidad de las autoras en los planes de estudio escolares y universitarios, así como fomentar la lectura y el análisis crítico de sus obras.


¿Qué os parece? ¿Lo intentamos? Objetivo Sant Jordi 2025: paridad de género en las obras más vendidas. 

Mientras tanto, os deseamos una buena lectura.


Eva Blanco

Líder

Lean In Network Barcelona


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