Llevo unos meses pensando y reflexionando acerca de los espacios. Todo empezó con una noche en la que fui con una amiga a ver un DJ que me gusta mucho y pasé toda la noche, además de escuchando buena música, viendo cómo las mujeres que había a mi alrededor (además de ser minoría) ocupaban poco espacio y se movían cuidadosamente sin molestar a nadie, mientras los hombres se desplazaban a lo largo y ancho, sin pedir permiso y con la seguridad característica de que ese lugar les pertenecía. Me di cuenta que lo mismo que pasa en un sitio tan normal como una discoteca, pasa en general en muchos otros espacios como en el transporte, y también en el trabajo: En general, las mujeres piden permiso y perdón cuando se van moviendo, siempre cuidadosas con las distancias, mientras que la mayoría de los hombres se mueve sin reparo, sin miedo a abarcar.
Hay muchas clases de espacios. Hay espacios grandes y pequeños, lejanos y cercanos, redondos, cuadrados y rectangulares, cerrados y abiertos, llenos y vacíos, pero también hay espacios seguros y otros no tanto.
Cada aspecto de nuestra vida tiene espacios (espacios= personas + lugar) en las que nos sentimos seguras y otros en los que no. Normalmente tendemos a frecuentar esos espacios que nos hacen sentir seguras: cierto grupo de amigos, una parte de la familia materna o paterna, algunos compañeros de trabajo, un trabajo en concreto, etc. Siempre son algunos, nunca son todos, y a veces son muy pocos.
Existen iniciativas como los Círculos de Lean In Barcelona que precisamente ayudan a generar espacios seguros en los que hacer networking, aprender nuevas habilidades y empoderarse junto con otras personas con carreras o intereses parecidos. Pero cuyo objetivo final no es quedarse sólo en ellos. Es dar un paso más allá: que el empoderarse sirva para hacerse espacio en otros espacios no tan seguros, sobre todo en el plano laboral y hacer en ellos sitio para más mujeres en ese espacio.
El por qué un espacio nos hace sentir seguras o no depende de muchos factores, externos e internos, más o menos objetivos, puntuales o recurrentes. A nivel personal muchas de nosotras tendemos a estar más a gusto en espacios con personas afines a nuestros gustos, estilo de vida y forma de pensar. En mi opinión, el desafío está en abrir la puerta a esos espacios menos seguros, adaptarse y aprender a manejarse en ellos. Es clave para poder acceder allí donde hay más oportunidades y donde a menudo estamos menos representadas. Puede que seamos las primeras en esos sitios y al principio estar incómodas, pero tenemos que asegurarnos que a futuro no seremos las únicas y que hemos transformado ese espacio en un uno más seguro, para más gente.
En el ámbito laboral, buscar espacios seguros es difícil. A menudo, las dinámicas internas de las empresas nos pueden hacer sentir excluidas. El “brohood”, el sesgo y la falta de representación femenina nos hacen parecer sapo de otro pozo dentro de la organización. Es hora de cambiar esto. Aunque los espacios ocupados por hombres sean más difíciles de penetrar y tendemos a sentirnos menos cómodas, es justamente allí donde tenemos que empezar a ocupar más espacio. Y no mimetizándose y siendo “uno más de ellos” sino transformando esos espacios en NUEVOS espacios. Esta transformación hará que todas ocupemos nuestro espacio, nos movamos cómodamente en él e interactuemos. Así lograremos cambiar las reglas del juego.
Está transformación de los espacios está en nuestras manos. Tenemos que dejar de empequeñecer y ocupar poco espacio, y atrevernos a entrar en todos los espacios que queramos. Es un desafío personal al principio, pero una recompensa que va más allá del beneficio personal. Que tu ocupes más espacio nos ayuda a todas, a vernos representadas y a que otras se animen a hacerlo. Anímate a crear un Círculo o únete a algunos de los que ya existen dentro de la Network de Lean In Barcelona!
Escrito por Mercedes Montecino